martes, 29 de septiembre de 2009

¿Cómo vencer la timidez?

“Id por todo el mundo y predicadel evangelio a toda criatura”. (Marcos 16:15)

No estoy yendo por todo el mundo, pero todo el mundo puede estar leyendo esto.

El psiquiatra español Enrique Rojas, en su libro El hombre light, traza un certero perfil del nuevo héroe de la época ‘posmoderna’: Es el hombre triunfador, que aspira al poder, a la fama, por encima de todo, a cualquier precio. Este héroe –plantea Rojas– vive instalado en “la atalaya del cinismo”. Su moral –si es que se la puede llamar así– es la del pragmático: frío, sarcástico, desvergonzado.

Según los parámetros en boga en el mundo de hoy, el hombre exitoso es aquel que reúne, en su conformación sicológica, entre otros, los siguientes rasgos: audacia, desfachatez e irreverencia. Los ejecutivos más codiciados por las grandes multinacionales suelen ser profesionales jóvenes, desinhibidos y poseedores de una alta autoestima.
La educación actual coadyuva a este mismo fin: los más cotizados colegios pretenden formar al joven para “los desafíos del futuro”, un futuro marcado, claro está, por la competitividad y el éxito a toda costa.

En esta perspectiva, la timidez es un problema. Un gran problema.

¿Qué pueden hacer los jóvenes creyentes para enfrentar el competitivo mundo en que les ha tocado vivir? ¿Han de asimilarse a esos modelos para sobrevivir y no ser atropellados en el intento?

La timidez puede ser un problema para triunfar en el mundo, pero para un joven creyente no lo es. Muchos de los más fieles siervos de Dios en tiempos bíblicos, y en la historia posterior, fueron personas extraordinariamente tímidas, con unos caracteres que hoy la sicología puede etiquetar lindamente, y que, en lenguaje común pueden denominarse, simplemente, acomplejados.

Moisés

Moisés tuvo el privilegio de criarse como hijo de la hija de Faraón, en toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:21-22), pero cuarenta años más tarde, cuando Dios le habló desde la zarza ardiente, él dijo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón ...?” y también: “¡Ay, Señor ... soy tardo en el habla y torpe de lengua.” (Exodo 3:33; 4:10).

¿Qué es esto? ¿No es timidez? Fue necesario que Dios derribara a Moisés del alto concepto de sí mismo que había llegado a tener en la corte de Faraón (Hechos 7:25), para poderlo utilizar.

Un Moisés osado habría sido un obstáculo para Dios a la hora de seguir las complejas instrucciones que le entregó respecto del tabernáculo y de la santidad que debían observar en todas las cosas. En el servicio a Dios no cabe la iniciativa personal.

Eliseo

Eliseo fue un gran profeta de Dios. En muchos aspectos fue más grande que Elías, su antecesor, y es también un hermoso tipo de Cristo. Tenía un gran llamamiento, y el poder de Dios estaba con él de manera asombrosa. Sin embargo, a juzgar por 2 Reyes 2:17, Eliseo era un hombre muy tímido.

Jeremías

Cuando Jeremías fue llamado al ministerio era muy joven. Lo primero que él dice cuando Dios le llama es: “¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.” (Jer.1:6). Por naturaleza parecía demasiado delicado para enfrentar los peligros y dolores que habría de sufrir. Ante eso, el Señor le dice: “No temas ... porque contigo estoy para librarte.” Y agrega: “Yo te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce ...” (1:8, 18). Jóvenes así –dice un autor– “tienen la sensibilidad de una niña, y el organismo nervioso de una gacela. Les gustan los bajíos, con su alfombra de arena plateada, más que las olas fuertes que prueban la fortaleza de un hombre ... No obstante, personas como Jeremías pueden desempeñar un papel heroico en el teatro del mundo, si tan sólo permiten que Dios ponga el hierro de su fortaleza sobre las líneas de su debilidad natural. Su fuerza sólo se hace perfecta en la flaqueza.”1

Timoteo

A juzgar por las epístolas de Pablo a Timoteo, éste era un joven tímido, por eso las epístolas están llenas de exhortaciones, órdenes y palabras de aliento. El apóstol le dice: “Ninguno tenga en poco tu juventud.” (1ª, 4:12). Seguramente él tenía la propensión a menospreciarse a sí mismo, así que el apóstol lo alienta a comportarse como un siervo de Dios, y a que haga uso de la autoridad que Dios le ha dado (1ª, 1:3). Pero, consecuentemente con el servicio que él debe prestar, le aconseja también que no sea contencioso, sino amable para con todos, sufrido y manso (2ª, 2:24-25). Para un hombre extravertido y audaz es sumamente difícil atender a estos consejos. Además, un siervo de Dios debe tener la ternura de un pastor, quien lleva en sus brazos al cordero pequeño, y atiende a la oveja perniquebrada.

La timidez no es un problema

Así, pues, no creemos que la timidez sea un gran problema. Al contrario, una buena cuota de timidez es necesaria en un joven que teme a Dios. Ella pone al hombre más cerca de los demás, en la empatía, en la aceptación de sus debilidades, en el respeto por el otro.

La timidez te llevará a buscar tu fortaleza en Dios; te permitirá conocer el denuedo y el valor del Espíritu Santo en ti. Sabrás que, cuando es preciso ser fuerte, tú serás fuerte, porque Dios lo será en ti. Tu timidez te llevará a buscar tu seguridad en Dios. Si bien es cierto, ocasionalmente te puede dificultar el trato con las personas, pero también te evitará ser liviano en el trato con los demás.

Luego, con la edad, esa timidez juvenil que tanto te incomoda irá desapareciendo. El peligro mayor no está en que ella no se vaya, sino en que tú te vayas al otro extremo.

El ser osado de esta manera es algo que al mundo tal vez le pueda venir bien, pero a un cristiano le viene definitivamente mal.

2 comentarios:

  1. TREMENDO TESTIMONIO‏
    Estoy iniciando el primer semestre 2008 en la Universidad , tengo buenas notas, tengo bastantes amigos, salimos los viernes de juerga. En mi casa no me hace falta nada, ¿qué puede estar mal si en todo me va bien y estoy disfrutando de la vida?
    Estoy joven ¿no? puedo hacer cualquier cosa y nadie me dice nada.
    A partir del mes de febrero 2008 comencé a experimentar un sangrado cada vez que iba al baño. Al principio era mínimo y lo ignoré alrededor de un mes, luego comencé a notar que ëste no paraba y por el contrario cada vez aumentaba, por lo que perdí la vergüenza y fui al doctor. Me recetaron un tratamiento para hemorroides, lo que parec ía una respuesta lógica. Hice el tratamiento y de nada sirvió, esto parecía ser algo más serio; por lo que me mandaron a hacer un examen llamado 'colonoscopía', en el que introducen una cámara al organismo para detectar anormalidades. Me realizaron el examen y descubrieron que tenía 2 tumores de aproximadamente 10 cm . Entonces me dijo el doctor: Aquí la única solución es operar ya que no sabemos si son malignos y para eso voy a mandar estas muestras al laboratorio y regresas dentro de una semana para ver tus resultados.
    A la semana siguiente regresamos con mi papá, y el doctor dijo: Los tumores son malignos, tienes cáncer. Opérate de inmediato.
    Comenzamos a buscar varios hospitales donde me pudieran operar, pero afortunadamente mi papá conoce a un docto r llamado Edras Mayén, que trabaja en el hospital San Juan de Dios. Fuimos a su casa le mostré mis exámenes, me dijo: Yo te opero y en un dibujo me ilustró como era la operación. Me tenían que quitar la mitad del intestino grueso, iba a quedar defecando por un agujero en mi panza, todo esto si el cáncer aún no había llegado a otros órganos, y después de la operación si aún quedaba vivo, me tenían que realizar quimioterapias.
    Me fui a internar el 28 de abril del 2008 el doctor me dijo tienen que conseguir 12 donadores de sangre ya que la operación es grande.
    Durante los primeros días que pasé en el hospital yo decía no voy a pedirle ayuda a Dios yo saldré de esta, pero llegó un momento en el que ya no podía más y le pedí perdón a Jesús. Cada día que pasaba le daba gracias porque aún estaba vivo.
    Comencé a valorar que rico es que te acaricie el sol en tu cara, sentir la gotas de lluvia, la libertad. Durante este periodo toda mi familia, amigos, conocidos y otras personas que ni siquiera conozco comenzaron a unirse y pedirle a Dios por mí. Me compraron una Biblia. Realmente al principio la leía porque no había mas que hacer, pero una vez leyendo, encontré el Salmo 91, palabras que me quebrantaron el corazón. En resumen Jesús me decía que me amaba, que estaba conmigo, que no me iba a dejar desamparado; y aunque muchos a mi lado murieran, a mí, la muerte no me alcanzaría. Palabras que me tocaron aún más, cuando varios pacientes vecinos murieron a mi lado.
    Se acercaba el día de mi operación y ya habíamos conseguido 12 donadores y aún había más personas que estaban dispuestas a darme su sangre, pero ninguna de estas tenía mi tipo de sangre y de nada servía porque en el banco de

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  2. sangre del hospital tampoco había mi tipo de sangre ya que soy AB+, pero gracias a Dios, un día antes de mi operación llegaron 2 personas que si tenían mi tipo de sangre; entonces dijo el doctor que con eso alcanzaba.
    Era un 15 de mayo 2008, el día siguiente me operarían.
    Le pedí a Dios que tuviera misericordia de mi, y le dije que no importaba el resultado de la operación, no le iba a reclamar la vida, esa noche no dormí, me veía muriéndome lentamente, pudriéndome por dentro, veía mi velorio, mi entierro.. Estaba dispuesto a aceptar una muerte muy dura.
    Eran las 6:00 am del día 16 de mayo 2008, una enfermera me dijo: Bueno, desnúdese y súbase a la camilla que ahora va a sala. Entonces me llevaron a la sala. Después de esperar un rato me entraron al quirófano, me posicionaron, me comenzaron a canalizar, a ponerme oxigeno, a medir mis signos vitales. Mientras tanto, escuché que el banco de sangre había dicho que en caso de una emergencia no había sangre para mí, a excepción de las 2 unidades que habíamos conseguido. Un momento antes que me inyectaran la anestesia, le pedí perdón a Dios, y le dije que a ÉL le entregaba mi cuerpo, mi alma y mi espíritu, que todo lo dejaba en sus manos. Al instante me dormí, luego de 4 horas y media de operación y unas 2 horas de recuperación desperté. Daba gracias por estar vivo, luego me revisé para ver que me habían hecho y vi que no me habían dejado el intestino afuera. Para mi, !Dios ya había obrado en mi! Estaba más que feliz! Luego, como a las 2 de la tarde, me llevaron a mi cama donde estaba mi papá esperándome.
    Entonces me dijo: Pasó algo. Hablé con el doctor y me dijo que te abrieron buscaron por todos lados los tumores y ya no estaban allí. El doctor no se explica que fue lo que pasó. No entiende, está totalmente desconcertado; simplemente no hay cáncer, no tienes nada!
    Entonces, comprendí que Dios no hace nada a medias. ÉL todo lo hace perfecto y le di mil gracias por haber hecho ese milagro en mi vida.
    Hoy en día, quiero entregarle mi vida a Dios porque comprendí que sin ÉL la vida no tiene sentido.Sabes?, Dios hizo esto, no porque muchas personas hayan orado, no porque yo le haya pedido mucho, no porque tuviera mucha fe; ÉL lo hizo para demostrar conmigo lo que ha hecho con muchas personas mas. su inmenso amor hacia nosotros, y quiere que te des cuenta, que ÉL es real, que está vivo y sobre todas las cosas que te ama y quiere que lo dejes entrar a tu corazón. Dile así: Señor Jesús gracias por amarme, te recibo en mi corazón como Señor y Salvador. Amén Piénsalo, Jesús está vivo y viene pronto. Así que no desperdicies tu vida, aprovecha cada segundo que estás en este mundo, porque el tiempo se acaba todo lo que vivimos actualmente tiene un significado, así que permítele a Dios entrar ahora a tu corazón.
    Si te nace, manda este mail a todos tus contactos ya que Dios quiere hablarles…

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